EL CACIQUE ANDRESITO
¿Cómo es posible, mi fiel escudero, que hasta los partidos que deberíamos ganar con facilidad, los terminamos sufriendo como unas Magdalenas y elevando nuestras plegarias al cielo, para que el árbitro dé piadoso término a nuestros infinitos padecimientos?
Esta conocida historia, la hemos vuelto a vivir este sábado en nuestro estadio, y nada menos que ante el peor equipo que Almagro haya tenido desde las invasiones inglesas a esta parte. Y con esa pobreza franciscana nos llevaron al límite del paroxismo, por la reiterada torpeza que siempre tienen nuestros jugadores a la hora de liquidar al adversario con un oportuno tiro de gracia.
Atlanta iba a la lid privado de la presencia de su conductor natural, el Mágico González, que mientras sus compañeros hacía ejercicios preparatorios, el subía cojeando las escalinatas de la platea de la cale Von Humboldt. El dedo gordo del pie fisurado lo enviaba a un involuntario ostracismo.
El alineador bohemio ideaba para reemplazarlo un nuevo diagrama táctico, donde entre Galeano y Quiroga deberían dedicarse a la creación del juego, en lugar del averiado volante, y respaldados desde el ecuador del terreno por la labor de quite de Martín Palisi y el Rutilante Rutili. Por los costados oficiarían de carrileros el petizo Lolli por diestra y a babor, el torito Guzmán. La defensa de nuestro reducto estaría a cargo de Nico Cherro, el salteño Arancibia y con el perfil cambiado Carlos Izquierdoz; todos ellos controlados desde atrás por el gran Don Rodrigo Llinás. Y para el gol, como punta de la flecha, el Pollo Soriano.
Empezaron mejor los anfitriones, a pesar que Quiroga y Galeano no estaban muy participativos y aportaban poco en la construcción. Lolli se mostraba y se desprendía bien, pero a mandaba centros para el cabezazo de las lombrices, o los mandaba al parque Los Andes para que cabeceen los artesanos.
El que mejor andaba, aunque no como para ser convocado por Maradona, era Guzmán que lograba enhebrar alguna jugada para arrimarse al timorato y debutante arquerito Díaz.
Pero las carencias en ataque de los villacrespenses, eran suplidas por las atrocidades que cometían los backs almagrenses.
De esta manera, Atlanta se fue acercando y arrinconando a su mediocre rival, encabezados por Andrés Soriano, convertido en un cacique, que con voluntad y movilidad jefeaba los ímpetus bohemieros.
A los 20 minutos –más o menos- la redonda se le escapa al novel portero tricolor y de centro de Arancibia, es dirigido con la sien izquierda hacia fondo de la red por el rubio goleador cordobés.
Con este triunfo parcial y un dominio sin mucho peligro se fueron esfumando los minutos, pero antes un cabezazo del Pollo –ahora con el parietal derecho- a poco estuvo de establecer una diferencia que hubiese sido letal e irreversible para el flojísimo team visitante.
Pero en el período final, los de azul y amarillo se dejaron llevar por delante ante la desesperación de un Almagro que salió a vender cara su derrota, con más dignidad que fútbol.
Entonces aparecieron todos los problemas de Atlanta cuando le toca manejar el partido y clausurar el resultado.
Porque dejó brechas imperdonables en el fondo, que bien pudieron terminar en gol adversario y cuando tuvo el balón no supo aprovechar los amplios espacios que se le abrían, muchas veces con marcada superioridad numérica.
Alonso lo mete a Grandis, y Atlanta pasa a jugar con doble doble cinco, o sea cuatro centrojases, tratando de detener la montonera de los de Villa Raffo, que tuvo más de una ocasón para empardar el resultado.
Arriba Soriano seguía siendo el mejor, aunque ahora envuelto en una pelea de vedetongas entre él y Quiroga, y entre el egoísmo de ambos se seguían dilapidando situaciones de gol.
Y mientras se moría el verano y llegaba el otoño, también el tiempo corría para el atlanterío de corazones acelerados, gargantas apretadas y ojos entrecerrados cada vez que atacaba el enemigo.
Y cuando Grandis se aprestaba a marcar su primer gol en la primera de Atlanta, en un contraataque donde el arquero visitante se había ido a conocer la sede social, el árbitro Stoklas sentenció con tres pitazos la victoria bohemia.
Triunfo justo, pero demasiado esforzada.
Ahora, sin el Mágico, ni Lolli ni Rutili, nos espera el próximo sábado la difícil proeza de escalar Los Andes. Un rival directo para entrar al reducido ¿Se podrá?
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