En su irregular andar, Atlanta ha sumado dos derrotas consecutivas, ha entrado en un pequeño pozo, y es de suponer que los ánimos seguirán empeorando si no se consiguen buenos resultados próximamente. Es que cuando parecía que con el triunfo en Suárez el equipo entraba en carrera por el Reducido, perdió con Acassuso en Villa Crespo y ahora cayó como visitante en Morón, frente a un rival al que solíamos ganarle con la camiseta y que venía con una racha negativa. Pero el Bohemio otra vez perdonó al malherido y lo dejó revivir. Mientras, nos hundimos en el pelotón de mitad de tabla, cada vez con menores posibilidades de clasificar al cuadrangular.
Parecía ésta la gran oportunidad de dejar atrás la derrota del sábado y recuperarse con un triunfo ante un rival que venía realmente mal. De hecho, en el primer tiempo se notó que Morón era un conjunto débil, sin confianza, que ofrecía espacios y que no tenía ideas para producir juego. Atlanta fue el que, aun de visitante, tomó la iniciativa, dominó la pelota y se dedicó a intentar vulnerar al Gallito. Pero pese a ese dominio indiscutible, la realidad es que los avances fueron puras insinuaciones: no hubo una jugada clara. Faltó profundidad, faltó contundencia, faltó decisión, para llegar al arco con más peligro y lograr quebrar a un rival endeble. En suma, el Bohemio demostró ser más, pero se quedó en las buenas intenciones del Mágico González, de Guzmán y de Soriano.
El segundo tiempo fue muy distinto. Un córner mal tirado, y en el contragolpe el conjunto local se puso en ventaja, cuando recién empezaba la segunda etapa. Fue un golpe tan duro como aquel gol de Acassuso, el del 2-1, también cuando empezaba el segundo tiempo. Morón, con el 1-0 abierto, se sacó un peso de encima y fue haciéndose del control del partido. Se afirmó en defensa gracias a la tarea de los centrales que despejaron todo por vía aérea, copó el medio, y apostó a la contra. Por este medio logró ser efectivo para convertir y casi lo liquida. El Bohemio, por el contrario, fue totalmente ineficiente en su búsqueda obligatoria del empate. Hasta le costaba hacerse de la pelota y sufría en defensa. Cuando la bola estaba en su poder, no sabía qué hacer con ella. El Mágico, que se había mostrado muy activo en la primera etapa, falló siempre en la segunda. Atlanta estaba perdido en la cancha, sin fútbol, sin actitud, totalmente impotente ante la situación desfavorable. Todo el equipo terminó dejando una imagen muy pobre al no poder dar ningún tipo de respuesta. De hecho, en todo el segundo tiempo, Atlanta no creó una sola situación de gol.
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