lunes, 2 de agosto de 2010

El Commento del Marques: Atlanta 1 - Suarez 1

DESGRANADOS

A pesar de los malos augurios, Febo asomó con todo su esplendor en el celeste firmamento y sus flechas de oro entibiaron la invernal tarde de este sábado. En tanto la benefactora lluvia caída en la víspera derramó sobre el campo de batalla los nutrimentos necesarios para que la gramilla enverdeciera lo que siete días atrás era un terreno y yermo y árido, más parecido al desierto de Atacama que las praderas feraces de nuestra Pampa Húmeda.

Y llegamos al calle Von Humboldt pletóricos de optimismo con la certeza que nuestro amado Atlanta iba a engranar contra los de Granados la segunda victoria al hilo, pero terminados desgranados y cariacontecidos.

Sabedores de la buena nueva que indicaba que la escuadra villacrespense iba poder contar con los servicios del mariscal salteño Carlos Arancibia y del veloz chaqueño Leandro Guzmán, para dar cuenta de los rudos lecheros ezeizanos que llegaban agrandados como uruguayo después del Mundial, ya que ellos también habían cosechado un triunfo en su estreno en el torneo.
Se podía soñar entonces que el coach Xabi Alonso iba a proponer un partido más audaz y que iba a ir por la victoria desde el mismo inicio de la contienda.

Para tal desafío propuso una línea de tres delante del gran Don Rodrigo Llinás con Nico Cherro, el nombrado Arancibia y Jumpi Segovia. Al petizo Lolli pretendió mezclarlo con los volantes -para que por momentos de transformara en un wing derecho -, los ubicó a Pogonza y Rutili en el circo central y Ferragut por el otro sector. Y adelante lo metió a Guzmán casi a la par de los Soriano, los mellizos vanguardistas.

Tristán Suárez, como es costumbre vino por el empate, amurallado cerca del área, mordiendo en la zona media y viendo si sus delanteros, principalmente el temible Pasquinelli se filtraban entre la zaga local y de casualidad metían algún golcito.
Plateada así la cosa, el Bohemio dominó las acciones y lateralizó todo su juego para el lado de la pareja Lolli y Guzmán, mientras la zona izquierda del ataque se tomaba vacaciones de invierno.
Así Atlanta con el paso del tiempo perdió toda sorpresa y sus embestidas eran más previsibles que los escándalos de Tinelli. Con Lolli que casi nunca llega a la línea de fondo y cuando llega tira unos centritos de morondanga, y con Guzmán que no terminaba de desbordar a sus rudos marcadores.

A su vez los hermanos Sorianos tenían serios problemas para controlar el balón y darse vuelta para encarar y en la zona de tránsito Pogonza y Rutili ganaban y perdían en forma pareja con sus colegas suarenses.
La defensoría no daba muchas garantías, pero era poco lo que apremiaban los foward rivales, salvo Pasquinelli a quien Cherro no perdía oportunidad de atenderlo cada vez que le pasaba cerca.

Un tirito de Lolli para los campeones del Copa Suecia y un cabezazo de Manzanares para los granaderos de Granados, los más rescatable de un primer tiempo con poco para inventariar.
Empieza el segundo período y estábamos terminando de masticar el Paty cuando Peralta que no se había percatado del cambio de arco, y andaba a la derivas cerca del área contraria captura un rebote en Arancibia y sin querer queriendo se la pone bien abajo a Don Rodrigo.

Uno a cero en contra y como diría el Diego, un piñón de Mike Tayson para todo el atlanterío.
El Xabi Alonso comienza a hacer malabares y lo mueve a Guzmán sobre la siniestra, lo adelanta a Ferragut a ver si se despertaba, mientras los tristones se amontonaban contra su área.
Y no habrían pasado diez o doce minutos, cuando viene un centro desde las vías del tren, y el pollo Soriano la baja con la pechuga y deja al siempre bien recordado Anconetani buscando las llaves entre el pasto.

Empate y a por los tres puntos.
A los 18’ se arma un tole tole por un faul a uno de los Sorianos (vaya a saber cual) tarjeta carmín y ducha prematura para dos enemigos y también para uno de los Soriano (sería el otro)
Entonces con un hombre de más, El Xabi quema las naves y salen Lolli y Ferragut y entran Lucas Ferreiro y el rusito lanusero Bielkiewicz.

Y Atlanta se convierte en un disco rayado, repitiéndose como discurso de tartamudo en Llinás a Segovia, Segovia a Ferreiro y nada: Llinás a Segovia, Segovia a Ferreiro y nada.
Sólo hubo tiempo para que el ingresado Bielkiewicz además de salivar a Anconetani, que hacía tiempo en forma obscena, mostrara algunos movimientos para entusiasmar a la concurrencia.
Llegó el final de un empate y decepción. ¿Se ganó un punto? ¿Se perdieron dos? Al final del Campeonato les cuento

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