lunes, 30 de agosto de 2010

The Real Comment: Atlanta 2 - Flandria 2

LOS HERMANOS Y LA MACANA

¡Salve Don Rodrigo Llinás, grande entre los grandes!! Algún día una estatua tuya, reemplazara la de tu tocayo Díaz de Vivar y su caballo rampante Babieca, en las once esquinas porteñas! ! Algún día, el Cid Campeador dejará su sitio al arquero vencedor!
¡Pero Don Rodrigo, que macanazo se mandó el sábado! Pero quédese tranquilo con su conciencia, Usted solo no fue el culpable del triste empate ante los paupérrimos canarios de Flandes.
Pero seamos prudentes, empecemos por el comienzo de este último sábado de agosto, con la tormenta de Santa Rosa en ciernes, que finalmente pasó de largo.
Los jaureguiceños llegaron a la ciudad fundada por Garay más cerca del arpa que del violín, con el técnico condenado a la guillotina y en la última posición de la tabla. Lo que se dice un bocatto di cardenale.
Atlanta venía de un empate valioso en las riberas de la laguna de Gómez, pero sin jugar nunca del todo bien. En ese sentido no hubo cambios, siguió jugando mal y por momentos peor.
En donde sí hubo cambios fue en la alineación de la escuadra comandada por el Xabi Alonso, donde Rutili y Lolli siguen convalecientes, Pogonza purgando justo castigo y a Palisi aquejado de anginas.
Entonces el coach bohemio presentó en el césped estos once cracks: Don Rodrigo al arco; la defensa con Nico Cherro, el salteño Arancibia y Juampi Segovia; en el medio el torito Guzmán, el rusito Mociulski, Leandro Álvarez y Ferragut; a pedido del público debutó desde el arranque el patagónico Carou y los mellizos Soriano como dupla atacadora.
A los cinco minutos Atlanta ya se había perdido dos goles y ambos curiosamente por intermedio del central Arancibia.
Todo anticipaba una fiesta en Villa Crespo, aunque pronto florecieron los crónicos problemas para abastecer a los Soriano, que se desloman luchando contra toda defensa enemiga.
Atlanta insistió por la derecha donde quedó muy patente la liviandad de Guzmán cuando ronda las cercanías del área; mientras en el medio Álvarez aparecía muy impreciso al igual que Ferragut y con un Carou que en escasos momentos logró su cometido de hacerse del balón y distribuirlo.
Por su parte Mocuilski era pura lucha y pronto debió sumarse a la línea de zaguero, cuando el volante flamenco Sandoval, lo volvía a loco a Cherro, que no le encontraba la vuelta.
Los flanders llegaron de visita para pararse bien en el fondo y neutralizar a los volantes auriazules, pero además tienen un creativo interesante, que no es nada cómico, de apellido Barbieri. Este muchachito, en las contadas ocasiones en la que los canarios se decidieron a cruzar la línea media, metió algunos pases bien calculado y se las arregló para poner aprietos a la zaga atlante.
A eso de los 20 minutos llegó un centro cruzado al área local y Noriega cabeceaó sin inconvenientes, ante la mirada penetrante de Cherro y estableció la apertura del marcador para los de Jáuregui.
Atlanta fue a por la igualdad sin ideas y menos fútbol, pero a poco del término del segmento inicial, Ferragut echó un centro llovido, el arquero Gagliardo salió a ver si venía el colectivo y Abel se la da a su hermano Andrés y con mucho suspenso decretó el primer empate.
En el complemente, otra vez sopa: dominio territorial estéril, poca penetración, nada de peligro, y el reloj marcando las horas.
Pero a eso de las cinco menos cinco, ingresa Galeano por el averiado Guzmán y en la primera que toca manda un centro milimétrico y, ahora Abel, con un cabezazo de antología, dejó jugando a las estatuas a Gagliardo y Atlanta pasa a ganar.
Los flanders, no se enojaron mucho y todo parecía terminar con ese resultado. Pero cinco minutos después, el burro de Walter Díaz tira un centro desde la esquina de Warnes y Humboldt, ¡Mía! Grita Don Rodrigo y salta con elegancia, pero la ingrata jabulani se le hace jabón en las manos y sonamos como arpa vieja.
2 a 2 y medio tiempo por delante para ver la eterna película de atacar en balde sin entrar al área y volverse todo impotencia y desesperación.
Se fue el cotejo y Atlanta regaló dos puntos que tenía metidos en el bolsillo. Pero lo más preocupante fue la flojísima actuación de nuestra gloriosa divisa, que no encuentra los caminos que conducen a la gloria
Ahora a remar en el dulce de leche y esperar para dar el golpe la próxima semana ante los agrandados dragoneantes, si no se quiere perder un tren, cuya locomotora empieza a verse cada vez más lejana.

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