miércoles, 29 de septiembre de 2010

The Real Comment: Estudiantes 0 - Atlanta 3


CASEROLAZO!

¡Que golpe dimos en los pagos del Palomar de Caseros, mi fiel escudero!!Ni Urquiza contraRosas obtuvo una victoria tan resonante en esas mismas planicie hace más de siglo y medio! Les amargamos el inicio de la primavera a estos estudiantes y encima en el segundo tiempo nos armamos un pic nic de padre y señor nuestro, les quitamos el invicto y nos encaramamos a posiciones de acecho sobre los ocasionales líderes del actual campeonato.
Pero la cosa no fue nada fácil como se deducir del resultado, por que los pincharratones desde el arranque salieron a comerle el hígado nuestros bravos muchachos y en los primeros minutos, todo anunciaba que nos volvíamos remontando el cauce del Maldonado con una buena cosecha de pepinos.
Es que bajo el inflamante sol dominical, acorralaron al batallón bohemio contra el arco defendido por Rodrigo Llinás (que da espalda un sector que se llama Hugo Curto) a fuerza de toque y buen fútbol nacido en las extremidades inferiores del 5, Bustos y del 10 Scamporrino, sumado a la movilidad de Yassogna en el frente de ataque.
Atlanta no daba pie con bola, estaba perdido como Macri en Villa Lugano y no encontraba la forma de parar la orquesta que le estaba pegando un baile de carnavales, como los de antes.
El Xabi Alonso había decidido mantener, para el trascendente compromiso, el mismo team que le viene dando no pocas satisfacciones. Don Rodrigo Llinás. Los cuatro defensores (ubicados a la altura de otro sector que se llama Hugo Curto) fueron el petizo Lolli, Nico Cherro, Rolu Arancibia y el Juampi Segovia) en el medio (justo frente a ese sector denominado Hugo Curto) el poeta Galeano, el aceitoso Pogonza y Ferragut; de enganche el patagónico Carou y adelante (frente a un sector que se llama Hugo Curto) los melli Abel y Andrés Soriano para perforar el arco de enfrente (que está delante de la cabecera que se llama Hugo Curto).
Como relatábamos, la mano venía peluda para los de Villa Crespo, que con el correr de los minutos empezaron a despertarse de la siesta y a ponerse a trabajar.
A estas alturas, Cherro y Arancibia se habían cansado de rechazar cuanta pelota llegaba a sus regiones y Pogonza se estaba reponiendo del loco que se había comido en el círculo central, ante la falta de auxilio de sus camaradas Galeano y Ferragut.
Una jugada desgraciada, marcó un jalón en el desarrollo del combate, ya que su mejor delantero Yassogna (que hacía un rato se había manducado un gol increíble) se retiro del campo severamente lesionado.
Los estudiosos acusan el golpe y Atlanta empieza a tomar las marcas, Carou se encuentra más seguido con la de cuero y los Sorianos continúan su lento trabajo de demolición de las zagas enemigas.
Antes del cierre del capítulo, uno de los Sorianos – vaya a saber cual de los dos- estuvo a punto de convertir, pero finalmente los jugadores se retiraron a las sombras del vestuario, a descansar y meditar.
Segundo tiempo y se invierten los papeles: Ahora el que sale hidalgamente a por los tres puntos son los ágiles bohemios y el que baila la milonga es el dueño de casa.
Los defensores picharratones demuestran que sí se los apuran, tiene más problema que bailarín de Tinelli.
Enseguida gol de Atlanta, Arancibia de cabeza y Echenique que lo anula porque se le da la gana. Patea Carou desde afuera y el palo salva a Salvá.
Hasta que Andrés desborda a su lento custodio, busca a su hermanito en el corazón del área chica y ahora sí ¡Gol de Atlanta! 1 a 0 y a esperar que corran las agujas del reloj.
Lo que siguió fue un lindo partidito, con Estudiantes tratando de llegar y su huésped tapando con oficio las vías de acceso hacia su guarida.
Pero los casereños son un equipo aguerrido y a punto estuvieron de convertir, pero no contaban con la astucia del gran Don Rodrigo para atajar con la cara, el pie, el intestino delgado o con lo que sea para mantener su valla incólume.
Y entonces apareció Galeano y escribió un poema sublime. Recibió un rebote del arquero Salvá que había salido hasta la mediacancha a pasear un rato, y sin pararla, desde allí le pegó con una justeza astronómica y el balón después de trazar una parábola perfecta ingresó sin pique previo, en el abandonado arco de los de Salvador Pasini.
¡Golazo para diletantes y sibaritas y chau invicto pincharrata!
No había mucho para conversar, pero para adornar este inicio de la primavera, Ferragut de media vuelta se la pone en un rincón al pobre golero, que hasta entonces había recibido solo cinco goles en diez partidos. Una goleada contundente e inimaginable. Pensar, mi fiel escudero, que al arribar al estadio si alguien me hubiera propuesto firmar el empate, en mi infinita cobardía, de buenas ganas hubiera aceptado y nos terminamos volviendo con una resonante victoria de tan estratégica batalla.
Y es la cuarta consecutiva, como para que empecemos a soñar en las miles de un porvenir tan venturoso como merecido.
Pero vamos con calma. Ahora ¡Que venga el torito!

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