ATLANTA 1 LOS ANDES 3
Pasan las fechas y Atlanta sigue su camino a los tropezones. El panorama es muy oscuro: sin triunfos, no hay posibilidad de resurgir. La realidad futbolística es preocupante. Porque la principal falencia sigue siendo la falta de gol, que se traduce en falta de triunfos y por lo tanto también en falta de puntos. Las urgencias aumentan, junto con la desesperación, los nervios y las exigencias. No sirve de nada saber que algo mejoró el equipo en cuanto a la generación ofensiva, o que mereció más. Ahora cada vez más empiezan a servir los puntos y nada más que los puntos. Porque mientras Atlanta se entretiene en encontrar su equipo, las fechas pasan, y se suman más frustraciones.
El Bohemio perdió nuevamente de local. Es cierto que fue un partido atípico por la lluvia y por el consiguiente estado del campo de juego. Ante aquellas circunstancias, no se podía exigir buen fútbol. Pero al menos Los Andes fue más inteligente –menos ingenuo-, supo adaptarse y aprovechar. Tres veces llegó en el primer tiempo y tres goles convirtió. Una eficacia asombrosa la del conjunto visitante, que supo cómo generar peligro cada vez que se lo propuso. Tuvo su dosis de buena suerte para conseguir semejante diferencia en el marcador, pero Atlanta ni siquiera se preocupó por forzar la suerte. En cambio, se empecinó en atacar de una manera que definitivamente no convenía debido a las condiciones climáticas. Jugar por abajo, tocar, intentar pasar rivales en el área, no era lo más conveniente pero fue lo que hizo Atlanta todo el partido. La lluvia pedía a gritos pases largos y centros para forzar el error de los defensores, y remates desde fuera del área para forzar el error del arquero.
Los Andes apostó a los errores bohemios y le salió muy bien, porque se encontró con una tarde para el olvido de los tres defensores Cherro, Arancibia y Segovia, y también del arquero Llinás, que al dar rebote produjo el primer gol. La defensa ya había hecho una mala labor en el partido ante Almagro.
Para colmo, el arquero milrayita respondió siempre bien y los defensores visitantes no tuvieron fallas. Atlanta, sin respuestas, se encontró con un penal cobrado por su propia hinchada y que debió ser pateado dos veces para que el Mágico lo metiera. Todo un signo de la realidad goleadora del equipo. De esta manera el conjunto de Alonso descontó pero no pudo ponerse a tiro del empate en ningún momento.
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